La enfermedad es siempre un indicio de que algo anda mal, es decir ninguna enfermedad crónica tiene que coexistir con la vida de una persona normal.

Hay niños que desde pequeño son condenados a ser pacientes de por vida con diagnóstico como asmático y alérgico. Otros ya son obesos, y antes de los quince años pueden tener cifras elevadas de colesterol en sangre por lo que viven en un estado de envejecimiento y arteriosclerosis prematuro.

Lo grave es que nos hemos acostumbrado a ver eso como común y natural, cuando es una total aberración.

Existen creencias populares muy arraigadas que son falsas y no saludables que contribuyen a la instauración de un estado tóxico y de mal nutrición en los niños que determinaran sus padecimientos actuales y futuros.

Revisemos algunas de ellas:

La leche y la carne son necesarias para un buen crecimiento

FALSO

Existen mejores fuentes de proteína vegetal que no tienen el inconveniente de la grasa que acompaña a los productos animales.

La leche de vaca no es apropiada sino para los becerros. Es de difícil digestión, coágulo grande, promueve la producción de mucosidades en los niños.

La exención es el yogurt descremado que es de fácil asimilación y aporta flora bacteriana benigna.

Como fuente de calcio, las almendras, espinaca, legumbres verdes, por ejemplo, son muy buena fuente.

El azúcar es muy buena porque es energía

FALSO

La principal fuente de caries en el niño es la leche endulzada en el tetero nocturno, y las golosinas en general.

El azúcar es un producto refinado vacío de nutrientes y excesivamente calórico. Para su conversión en energía se requieren algunas vitaminas del grupo B y de Calcio, en caso contrario pasa a convertirse en grasa.

Así que las harinas blancas y el azúcar, ambos carbohidratos refinados son calorías vacías que engordan y mal nutren.

Cuando un niño enferma hay que alimentarlo porque se debilita

FALSO

Cuando el organismo debe defenderse y desintoxicarse de algún agresor, recurre naturalmente al ayuno, por eso se pierde el apetito.

De esta manera, en vez de concentrar sus energías en la digestión y asimilación, lo hace en la depuración y defensa. Lo que sí necesita es agua, mucho líquido, preferiblemente frutas y descanso.

¡La naturaleza es sabia! ¿Por qué contrariarla?

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